Adrián Embarba: un camino lleno de luces y sombras
Odiado y amado a partes iguales, Adrián Embarba dice adiós al Rayo tras siete temporadas en el club. Muchos celebran su marcha, otros la lloran. Se marcha un jugador que vistió la Franja en casi 200 partidos, cifra similar a la de otras leyendas rayistas como Potele o Bolo. Pese a ser constantemente señalado por sus continuas subidas y bajadas de rendimiento, Embarba se ha ganado un hueco en la historia de Payaso Fofó.
Criado en la cantera del Real Madrid, Adrián Embarba pasó por las categorías inferiores de la RSD Alcalá, Leganés y Getafe, donde jugó como juvenil. Su próxima etapa sería ya en Guadalajara, en el CD Marchamalo de Tercera. Allí anotó seis goles que le sirvieron para fichar por el CD Carabanchel con 20 años. En su momento le definieron como un jugador que «destaca por su gran regate, un futbolista desequilibrante». En el conjunto madrileño marcaría 9 goles que supondrían su fichaje por el Rayo en 2013.
No tardaría en debutar en Vallecas
Aunque llegó para jugar en el filial, Embarba debutaría muy pronto con el Rayo en el Trofeo de Vallecas de la mano de Paco Jémez. En un partido con varias oportunidades para los canteranos —se venció al Getafe en penaltis—, Embarba debutó en el minuto 55 y causó una gran impresión que le sirvió para alternar primer equipo y filial esa misma temporada. De los chavales que jugaron aquel día, solo el extremo de Azuqueca ha podido hacerse un hueco en la élite del fútbol profesional.
Ni un mes tardaría Embarba en hacer su estreno en competición oficial. Paco Jémez le dio la alternativa contra el Levante para sustituir a Iago Falqué, lesionado. Aquel año Embarba alternaría filial y primer equipo disputando hasta trece encuentros oficiales, once en Liga y dos en Copa del Rey. No pudo estrenar su cuenta goleadora pero sí dejó una asistencia a Larrivey —una de sus señas de identidad— en un partido contra el Celta que los franjirrojos ganarían 0-2. Curiosamente aquel día el argentino declaró lo siguiente tras el partido: «Lo veníamos hablando en el entretiempo. Yo le dije que iba a entrar y que iba a hacer un gol y él me dijo que él iba a darme el pase del gol. Así que en cuanto me tiró el centro sabía dónde iba a ir».
La siguiente temporada, la 14/15, sería la confirmación del extremo. Aunque jugó una cifra similar de partidos, la cifra de minutos aumentó considerablemente y fue ganando peso con el devenir de la temporada. Embarba acumuló varias titularidades en el tramo final y consiguió sus primeros goles como rayista. Su estreno llegaría en un partido contra el Granada (3-1) donde el Rayo tuvo que remontar. El de Azuqueca, con el ’29’ a la espalda, cazó un rechace del portero a tiro de Manucho para empujar el balón a puerta vacía. Aquella noche, además, Alberto Bueno se convertiría en el máximo goleador histórico del club en Primera.
Marcado por el partido de Anoeta
El curso 2015/2016 supondría la consagración definitiva de Adrián Embarba en la élite. El extremo jugó un total de 28 partidos ligueros, la mayoría partiendo desde el once inicial. No fue, sin embargo, la mejor temporada en lo que a números se refiere: solo dos goles y tres asistencias. Si flojas fueron sus cifras, también lo fue el desempeño del equipo en Liga. Aquel año el Rayo terminaría descendiendo a Segunda tras cinco años consecutivos en la élite. En la memoria de todo el rayismo está marcado a fuego el partido de Anoeta. Casi ningún jugador se libró de la sospecha pero especialmente marcado quedó Embarba, que falló dos claras ocasiones para marcar. Pese a todo, fue de los pocos que continuaría jugando en la divisón de plata y eso es algo que le honra. Además, sería fundamental dos años más tarde para regresar a la máxima categoría.
Un gesto que la afición no ha olvidado
En enero de 2017, tras marcar el gol que suponía el empate del Rayo frente al Sevilla Atlético, Embarba se llevó la mano derecha a la oreja en un gesto claramente dirigido a la grada. El extremo se disculpó al día siguiente y dijo «me refería simplemente a unos cuantos que me estuvieron insultando a mí y a mi familia durante todo el partido». La disculpa, sin embargo, sirvió de poco para muchos aficionados franjirrojos que pusieron definitivamente a Embarba en su «lista negra». Esa situación no descentró a jugador, que cuajó una buena temporada con 7 goles y 4 asistencias.
Hombre clave en el ascenso
La temporada del ascenso Embarba dejó atrás la sombra de la sospecha que se cernía sobre él por su bajo rendimiento y fue un hombre absolutamente fundamental para conseguir el ansiado objetivo. Embarba fue capital para Míchel jugando todos los partidos hasta completar un total de 3.469 minutos, 82′ de media. Casi nada. El extremo fue uno de los mayores asistentes de la categoría (13) y anotó ocho tantos. Nunca marcó más ni asistió en una misma temporada como jugador profesional. Muchos de esos pases de gol fueron para un RDT con el que volverá a coincidir en Barcelona.
La temporada pasada, otra vez en Primera, Embarba solo se perdió dos encuentros, uno de ellos por sanción. A buen seguro nunca olvidará el gol de penalti que le marcó a Courtois y que sirvió para derrotar al Real Madrid en Vallecas. Algo que no sucedía desde el 19 de febrero de 1997.
Esta temporada en Segunda estaba acumulando unos números espectacular pero la sensación que dejaba era la de alguien que no estaba contento. Así lo ha confesado en su despida. Una carta al rayismo honesta en la que se sincera y deja claro que ya en verano quiso salir pero no se dieron las condicionas adecuadas. Pese a ello, se comportó como un gran profesional y ayudó al equipo hasta el último minuto, con una asistencia a Saveljich en Ponferrada. Fue su último servicio al rayismo —quién sabe si acabará volviendo algún día—. Adrián Embarba deja Vallecas tras haber disputado 195 encuentros, marcado 33 goles y repartido 41 asistencias.
Fotos: EFE / Javier Gandul (AS)